La historia del juicio por asesinato que se repitió porque el jurado usó una ouija para contactar con la víctima


Ocurrió hace muchos años, pero todavía se recuerda como uno de los casos más insólitos que se han dado durante un juicio. El asesino de una pareja parecía claro. Sin embargo, el hombre iba a tener una segunda oportunidad. El jurado trató de “contactar” con una de las víctimas con una ouija.
Marzo de 1994. Harry y Nicolas Fuller se acababan de casar y vivían en una casa de campo en Wadhurst, East Sussex. Una noche, alguien entró en la vivienda y los asesinó a sangre fría con una pistola. Harry, un vendedor de coches de 45 años, murió asesinado por una sola bala en la espalda. Nicola, de 27 años, murió a causa de una combinación de cuatro disparos, el último en la cabeza mientras intentaba llamar a la policía.
Había un claro sospechoso, Stephen Young, de 35 años y corredor de seguros. El hombre tenía deudas estimadas en algo más 100.000 libras, y sus acreedores le estaban agobiando. El señor Fuller había sacado dinero del banco días antes del asesinato, 13.000 libras que debía tener en la casa.
Imagen: Wikimedia Commons
Sin embargo, cuando la policía registró la vivienda después de los asesinatos no encontró sumas sustanciales de dinero, tan solo 80 libras escondidas debajo de un sofá y 130 libras en un zapato. Por su parte, a Young lo detuvieron cerca de los hechos. Primero negó todo, aunque más tarde admitió que había estado en la escena del crimen y que encontró a la pareja muerta y huyó temiendo por su vida.
Posteriormente encontraron el arma homicida y todo parecía listo para sentencia. Si embargo, el juicio se iba a convertir en un caso único en la historia. En marzo del 94 fue condenado a cadena perpetua por asesinato. Unos meses después, el hombre se “ganó” el derecho a un nuevo juicio. ¿La razón? Cuatro miembros del jurado original consultaron en una tabla Ouija desde el hotel donde se reunían para tratar de contactar con una de las víctimas antes de dar un veredicto.
Imagen: Wikimedia Commons
La insólita y surrealista situación había llegado a oídos de David Penry, el abogado del señor Young, quién llevó una queja formal a la corte argumentando que era una irregularidad manifiesta durante la celebración de un juicio. Si la conducta de los miembros del jurado hubiera salido a la luz antes de que se dictaran los veredictos, el juez de primera instancia no habría tenido más remedio que absolver al jurado. 
Si bien en su momento se trató de defender a los miembros del jurado alegando que lo sucedido fue un asunto interno entre ellos donde el tribunal no debería intervenir, y que no había nada que sugiriera que rompieron su juramento para juzgar el caso de acuerdo con la evidencia, o que su veredicto unánime estaba contaminado por lo sucedido, el juicio se repitió.
Finalmente, 22 meses después del asesinato, Stephen Young recibió dos cadenas perpetuas tras el segundo, y ahora sí válido, juicio por la muerte de los Fuller.

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