Dubái es una ciudad de extremos. Aparte del rascacielos más alto del planeta, la capital de Emiratos Árabes está llena de proyectos tan faraónicos como el centro comercial más grande del mundo, o un archipiélago artificial con villas residenciales. El último de estos proyectos es tan masivo que quizá sea excesivo hasta para las abultadas arcas del país.
El gobierno de Emiratos Árabes está estudiando construir una montaña artificial cerca de Dubái. Se lo están tomando tan en serio que ya han invertido 400.000 dólares solo en el planteamiento teórico del proyecto, pero el coste real de semejante idea puede ser tan exagerado que ni siquiera sea factible. En 2011, una ciudad holandesa se planteó hacer lo mismo y el precio de erigir una montaña artificial era de 230.000 millones de dólares. Actualmente, Dubái investiga la idea de la mano de científicos del Centro Nacional de Investigaciones atmosféricas de Estados Unidos (NCAR).
Dubái, como todo Emiratos árabes, tiene un grave problema de falta de agua. El país destina un abultado presupuesto a investigar el problema y ha recurrido ya a plantas desalinizadoras y creación de nubes artificiales, pero no es suficiente para las necesidades crecientes de agua.
Una montaña cercana al mar serviría, al menos en teoría, para retener el vapor de agua y elevarlo para que se condense. Las montañas naturales cerca de la costa son garantía de lluvias abundantes (que se lo digan, por ejemplo, a Bilbao), pero de ahí a que una artificial pueda lograr el mismo efecto hay un paso. Dubái está tan desesperada como para intentar llevarlo a la práctica.
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