“El jardin del vecino siempre luce más verde que el propio”, dice el refrán. Y, en cuanto a frecuencia sexual, esa creencia no puede ser más devastadora, pues siempre pensamos que los demás tienen mucho más sexo que nosotros.
Y de esa comparación (que en muchas ocasiones es falsa,porque la gente tiende a exagerar sus “proezas sexuales”) suele surgir nuestra profunda insatisfacción.
Pero ¿hay realmente una frecuencia sexual que pueda considerarse ideal? ¿Cuál es? ¿Todos los días? ¿Tres veces a la semana? ¿Dos veces al mes?
Son muchas las parejas que se cuestionan si están teniendo la cantidad de sexo que realmente deberían tener. Lo cierto es que la frecuencia ideal es la que satisface a cada pareja. Por eso, no existen normas sobre la continuidad de la vida sexual.
Cada persona y cada pareja tienen necesidades diferentes, que pueden variar en el tiempo y por diferentes motivos: la edad, el nivel de testosterona, el estrés, la llegada de los hijos, algunas enfermedades, la menopausia y la andropausia –por citar sólo algunas variables– hacen que una pareja modifique su frecuencia sexual a lo largo de su historia.
El problema no es cuánto sexo tenemos, sino cuando nuestras necesidades de sexo en la pareja son diferentes. Michele Weiner- Davis, autora del libro The Sex Starved Marriage (El matrimonio hambriento de sexo), estima que una de cada tres parejas tiene esta dificultad. Y, contra todo pronóstico, no siempre son los hombres los que desean tener sexo todo el tiempo. Según Weiner-Davis, el bajo deseo masculino es uno de los secretos mejor guardados, porque a ellos les cuesta reconocer que “tienen poquitas o cero ganas”, dado que cultural y socialmente están presionados a presumir de su virilidad.
Cuando uno desea más que el otro, se genera el conflicto, porque quien busca más se siente rechazado y herido; mientras que el otro se siente hostigado e incomprendido.
Siempre digo que el sexo no es lo más importante en una pareja, pero es imprescindible. Una pareja no se sostiene sin amor y comprensión, pero tampoco sin sexo.
Imagino que muchos de los que están leyendo esta nota están afrontando dicha dificultad y quieren saber qué pueden hacer para resolverla, ¿verdad? Les propongo lo siguiente:
*Averigüen las causas por las que el deseo ha disminuido: si es por estrés, por problemas físicos, o si existe una razón más profunda que nos hable de una crisis de pareja
*Mantegan una comunicación fluida: hablen sin reproches ni prejuicios y, sobre todo, sin culpar al otro de un tema que es una construcción de ambos. Hay que tener en cuenta que pueden existir necesidades sexuales disímiles y que debemos aprender a consensuar
*Eviten las comparaciones: tal vez hablamos con amigas que nos dicen que ellas lo hacen todos los días, o con amigos que presumen de que sus parejas son insaciables. ¡Qué bueno por ellos! Pero no hay que tomar las relaciones de otros como referentes. Tratar de adecuarnos a proyecciones ajenas puede conspirar contra nuestra felicidad
*Hagan un acuerdo: lleguen a un pacto que esté en un punto medio. Si uno quiere todos los días y el otro una vez por semana, propónganse una frecuencia de dos veces a la semana, con el compromiso de ir aumentando el número de encuentros. En este caso, es la persona con el deseo más bajito quien debe tomar la iniciativa en los encuentros sexuales. De esta manera, no se sentirá presionada y su pareja, más deseosa, no correrá el riesgo de sentirse rechazada
Sobre el deseo quiero agregar algo que mi abuela solía decir: “Para comer y rascar no hay más que empezar”. En el caso del sexo ocurre lo mismo; tal vez hoy no tengas muchas ganas… pero date la oportunidad de dejarte llevar por el juego amoroso. Una vez que arranques, irá fluyendo y empezarás a disfrutarlo. Cuanto más lo hagas, más deseo tendrás. Porque, en cuestión de sexo, también se trata de formar el hábito. Si lo haces poquito, te habitúas a una frecuencia bajita pero, si te acostumbras a hacerlo con cierta regularidad, tu deseo se irá incrementando, y de esta manera no sólo nutrirás tu vida sexual, sino la intimidad emocional de la pareja y ambos se sentirán más conectados, plenos y felices de estar juntos.
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