Temen que banda de “Gilbert” sustituya a la de “El Muerto”


Ramón Urbáez
Santo Domingo
En medio de un gran despliegue policial, fue sepultado ayer el cadáver del convicto narcotraficante Edwin Omar Cabrera González, alias “El Muerto”, quien fue asesinado de 14 disparos de ametralladora, junto a otros tres hombres, por una presunta banda de narcotraficantes rivales que dirige un tal “Gilbert el de Guajimía”.
Ahora las autoridades y los vecinos presumen que Gilbert asumiría el control de los territorios de Buenos Aires, Las Caobas y Las Palmas de Herrera, donde operó el malogrado capo Cabrera González por más de diez años.
Es una nueva banda de jóvenes y hasta adolescentes decididos a todo. “A Gilbert lo estamos buscando hace varias semanas”, dijo el coronel Isaías Lluberes, comandante policial de Las Palmas, uno de los barrios más convulsionados y populosos del municipio Santo Domingo Oeste, donde se registran los niveles de violencia y criminalidad más altos de toda la nación.
“Salió de la cárcel de La Victoria hace apenas tres meses y el mismo día le dio dos balazos, uno en cada pierna, a uno de sus amigos justificando que éste no fue a visitarlo mientras estaba en prisión”, dijo el oficial.
“Desde entonces lo estamos buscando”, agregó. Pero lo vecinos dicen que “Gilbert” anda por las calles del sector escoltado por varios hombres en motocicletas y automóviles, y que entra a las discotecas con un gran cordón de seguridad.
Los jóvenes de la banda de Gilbert venden las drogas en las calles y las esquinas de Guajimía y Las Palmas, sin que nadie intervenga ni diga nada, todos armados con distintos tipos de armas como pistolas y uzis automáticas.
“Es una situación difícil en la que está involucrada mucha gente”, dijo Amalio Contreras (nombre ficticio), uno de los vecinos.
¿Quién lo mató?
Contreras explicó que se acusa a Gilbert de la muerte de “El Muerto”, pero que en realidad nadie está seguro porque el mundo de la droga es difícil y complicado.
“Nadie sabe quien es nadie y el narcotráfico tiene oídos que todo lo oyen y ojos que todo lo ven”, dijo. “A Edwin lo mataron en un momento en que estaba un poco debilitado, creo que estaba un poco en baja, tenía menos hombres y algunas armas de alto calibre las había devuelto a los policías que se las prestaban”, añadió.
Le dispararon desde un carro que pasó por la calle Altagracia y lo vieron sentado con unos amigos enfrente de una casa, lo llamaron por su nombre y él saludó con una mano. Luego el carro se devolvió dos calles más abajo, al acercarse al grupo bajaron los cristales y salieron ráfagas de ametralladoras y pistolas.
Contreras dice que Gilbert no es como “El Muerto”, ya que éste último era un verdadero benefactor de los pobres, regalaba miles de juguetes a los niños, preparaba cena en Navidad para toda la gente pobre del barrio, compraba medicinas a los viejos y a los enfermos, y a nadie que tuviera una necesidad le faltaba su ayuda. “Era muy generoso, ese hombre resolvía a la gente cualquier problema, llevó a cientos de casas el agua potable, y en el verano y la Semana Santa le ponía piscinas a los niños en muchas calles”.
Además, según el testigo, mantenía el orden y la disciplina en todo el sector, porque nadie se atrevía a robar o cometer un atraco.
“El mismo lo mandaba a buscar, lo castigaba severamente y lo entregaba a la Policía. Por allí sólo se vendía drogas y se respetaban los territorios, pero ladrones y saltantes no había ninguno”.
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POLICÍA MONTA OPERATIVO DURANTE EL VELATORIO 

Por la funeraria Blandino, de la avenida Isabel Aguiar en Herrera, donde fue expuesto el cadáver por casi dos días, desfilaron distintos tipos de personas. 
Algunos se les notaba el perfil del vendedor de drogas consuetudinario de los barrios de la capital, el estilo del “jodedor” común, mientras otros se bajaban de sus vehículos de lujo, con ropas de marcas y de diseñadores famosos. 
“Vienen a decir presente y a firmar el libro para que la familia y los otros sepan que ellos pasaron, aunque muchos ni siquiera se bajaron de sus vehículos, sino que mandaron a sus cómplices para que firmaran y dieran a su nombre el pésame”, explicó uno en la funeraria.
El mayor llanto se produjo a la hora de sacar el cadáver, minutos después de que llegara la madre, que llevaba tres días viajando desde Costa Rica, según la Policía.
Cuatro de los hijos del difunto, un hermano, algunos familiares cercanos y cuatro de sus mujeres salieron con el cadáver, acompañado de unas 50 personas, que se veían bastante reducidas frente al gran contigente de policías que custodió el cortejo fúnebre hasta cementerio Cristo Redentor.
“Tenemos orden de prevenir cualquier desorden o enfrentamiento”, dijo el coronel Castro, comandante de las tropas.

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