Cuando la otra eres tú

LOVING WOMAN

Varias mujeres me han confesado haber tenido tremendos romances... con hombres casados. "¿Por qué meterte en ese lío? ¿No sientes feo por la otra mujer?", les he dicho a algunas de ellas que, en sus pláticas generalmente aseguran... no ser felices.
"Pues... no creas que dije: 'a ver... ¿eres casado? Entonces me enamoro de ti'. No, Diana, las cosas pasan porque empiezas a sentir afinidad, comprensión, ternura, te persiguen, te acosan y si el tipo te gusta pues ya sabes dónde termina el asunto", me dijo una nicaragüense, quien fue mi compañera de vuelo. La mujer no aguantaba más y soltó todo lo que traía guardado. Total, probablemente no vuelva a verme.
Yo intento no juzgar a nadie, y trato de entender el comportamiento humano. No sé, tonterías mías, por eso, aunque no estoy de acuerdo en ese tipo de relaciones, siempre me ha intrigado la idea de la amante feliz y perfecta. Supuse que a ellas les encantaba quitarle el marido a otra. Sentir que podían vencer a otra mujer cuando compiten por un amor pero, aparentemente he estado equivocada.
"Claro que no soy feliz. ¿Crees que me gusta ser 'la amante'? Seguramente pensarás, 'entonces, ¿por qué no lo dejas?'... Pues no sé... que se acabe cuando se tenga que acabar. No me gusta compartir a mi hombre, pero... yo acepté las reglas del juego, y seguramente voy a perder. Él me ha prometido que se va a divorciar pero yo sé que no es así. Me he hecho la tonta casi un año, pero ya entendí que no la va a dejar, ni a ella, ni a sus hijos, ni a su casa... ni a mí".
Yo la escuchaba atónita. O sea, no estaba "a todo dar" pedaleando la "bicicleta ajena".
"No, señora, qué va. Me siento una mugre, especialmente cuando se va con ella. No niego que la paso bien cuando está conmigo pero cuando se marcha, me lleno de remordimientos. Mi madre se revolcaría en su tumba si supiera que me acuesto con un hombre casado. Y yo, que tanto que vociferé contra esas 'mujerzuelas' porque mi marido tuvo varias, pues ahora me he convertido en una de esas 'zorras'".
La mujer empezó a llorar. Yo no sabía qué decirle. Cualquier comentario era imprudente. Al despedirnos en el aeropuerto, donde por cierto iba a encontrase con su amante, me dijo:
"Créalo... no es fácil, cuando 'la otra'... eres tú".

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