En la ORU, una universidad cristiana de Oklahoma, los estudiantes de primer año se están encontrando con una dificultad que va más allá de las clases y los exámenes. Va con ellos a todas partes, de hecho, porque la llevan en la muñeca. La universidad los obliga a ponerse una pulsera de Fitbit y llevar una vida activa.
Más de 550 estudiantes visten el dispositivo, que cuesta unos 130 dólares. El programa es una novedad de este curso (y pionero en el mundo), pero la escuela ya apuntaba maneras en años anteriores cuando pedÃa a los alumnos que registraran su actividad fÃsica en un diario. Ahora el registro está automatizado: el personal de la universidad tiene acceso a la actividad de las pulseras, incluyendo los pasos, las calorÃas quemadas y las horas de sueño.
En palabras de William Wilson, presidente de la Oral Roberts University:
ORU ofrece uno de los enfoques educativos más singulares del mundo centrándose en la persona como unidad: mente, cuerpo y espÃritu. El matrimonio de la nueva tecnologÃa con nuestros requisitos de aptitud fÃsica es algo que pone a la ORU a otro nivel. De hecho, cuando comenzamos este programa innovador en el otoño de 2015, fuimos la primera universidad en el mundo que ofrecÃa esta aproximación única a un programa de acondicionamiento fÃsico.
Para demostrar que van en serio, están castigando a los alumnos más sedentarios. ¿Cómo? Bajándoles la nota. La universidad ha impuesto un mÃnimo de 10.000 pasos al dÃa y tiene en cuenta también los registros del ritmo cardÃaco. Los estudiantes usan unas Fitbit Charge, un modelo que no tiene GPS.
Los datos de la pulsera se vuelcan automáticamente en un sistema de clasificaciones y representan el 20% de la nota de un curso concreto (al que están apuntados todos los alumnos que llevan la pulsera). No nos extraña que la ORU fuera nombrada la quinta universidad más saludable de Estados Unidos. Cómo serán las otras cuatro.
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