María Zambrano (Vélez-Málaga, 1904 - Madrid, 1991) tuvo que esperar a ser una anciana que había vuelto de un largo exilio de 45 años para convertirse en la primera mujer, en 1988
, en ser reconocida con el Premio Cervantes, el más importante de la literatura en lengua castellana. Pensadora, poeta y ensayista, su figura -con una obra entre el compromiso cívico y el pensamiento poético- ha recibido ahora el homenaje en forma de ‘doodle’, en Google.
, en ser reconocida con el Premio Cervantes, el más importante de la literatura en lengua castellana. Pensadora, poeta y ensayista, su figura -con una obra entre el compromiso cívico y el pensamiento poético- ha recibido ahora el homenaje en forma de ‘doodle’, en Google.
Precisamente ha sido al terminar el día de Sant Jordi, el 23 de abril, fecha en que también se conmemora la muerte del autor del ‘Quijote’ y tradicionalmente se entrega el Cervantes (que este año recibía Eduardo Mendoza el pasado jueves). Siete años antes del Cervantes, la que fue una de las mujeres de la Generación del 27 ya había recibido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
El ‘doodle’ remite a la información de Google sobre María Zambrano, hija y nieta de profesores. De salud delicada, que se materializaría en tuberculosis en 1927, la escritora realizó sus primeros estudios en Segovia y los siguió en Madrid, cursando Filosofía y Letras con Ortega y Gasset, García Morente, Julián Besteiro y Xavier Zubiri. Su juventud no le impidió, en 1927, el ser invitada a la tertulia de la ‘Revista de Occidente’, donde medió entre Ortega y escritores jóvenes como José Antonio Maravall, y en cuyos círculos culturales se movió en los años 30.
Entabló amistad con grandes poetas y pensadores del momento, comoLuis Cernuda, Jorge Guillén, Emilio Prados y Miguel Hernández. Zambrano se fue alejando de Ortega y de ‘Revista de Occidente’ y empezó como profesora de Filosofía, en 1935, en la Residencia de Señoritas y en el instituto Cervantes, donde Machadoocupaba la cátedra de Francés.
NINGUNEADA EN EL EXILIO
Tras la guerra civil María Zambrano marchó al exilio republicano, un periodo en el que a menudo se sintió ninguneada. "Tú un día me dijiste delirando que en un tiempo todos escupían sobre mí. Yo no digo eso, pero sí que todos pasan sobre mí como si no existiera", escribió en una de las cartas que dirigió a su gran amigo el pintor mexicano Juan Soriano (Premio Velázquez) uno de los incondicionales que apoyó y sostuvo a la heterodoxa alumna de Ortega, en las horas oscuras de su interminable exilio: de La Habana a México y de vuelta a Europa, en París, en Roma, en La Piéce (al pie del Jura y su lugar en el mundo) y en Ginebra, fin de trayecto antes del regreso final en 1984 a España, donde murió siete años después.
En el 2004, con motivo del centenario de su nacimiento, proliferaron homenajes y publicaciones. Incluso una película, 'María querida', dio cuenta para el gran público de su faceta más biográfica.
'ESENCIA Y HERMOSURA' DE MARÍA ZAMBRANO
Pero el hambre de Zambrano, un poco por desconocimiento y otro poco por el inexistente apoyo oficial del estamento intelectual (el fragmento epistolar es una rareza marcada por una autocompasión de la que huía), no quedó cumplido con el aniversario. Años después siguieron apareciendo novedades bibliográficas al rescate de su obra y de su vida. La carta es una de las 20, 17 de ellas inéditas, de la antología 'Esencia y hermosura' (Galaxia Gutenberg, 2010) preparada por el poeta, periodista y amigo José-Miguel Ullán y una perfecta hoja de ruta para adentrarse en el complejo 'universo Zambrano'. A ello se unió la aparición en el mismo sello de sus obras Completas en cinco volúmenes.
'Esencia...' reunió textos de los libros fundamentales de la autora como 'Horizonte del liberalismo', 'Los intelectuales en el drama de España', 'Hacia un saber sobre el alma', 'El hombre y lo divino', 'Claros del bosque' y 'Las palabras del regreso', y contenía como novedad absoluta un relato prologal en el que Ullán retrataba a la autora de forma íntima y por ello muy intensa.
El ilustrativo momento capturado por Ullán databa de 1968, cuando Zambrano residía en La Piéce con su hermana Araceli y una caterva de adorados gatos. Se dice que a ambas hermanas les habían negado el permiso de residencia en Roma porque se dedicaban a recoger a cuanto gato hallaban por las calles. Al refugio de La Piéce llegaron el poeta José Ángel Valente y un jovencito Ullán y allí la filósofa desplegó sus seductoras artes de narradora comentando las de sus contemporáneos: Lezama Lima ("hablaba mejor que escribía si es que eso es posible"), Emilio Prados ("tenía el encanto de la palabra al igual que García Lorca"), Machado ("tenía voz pero no la usaba"), Unamuno y Ortega ("han sido nuestros hipnotizadores en la juventud como oradores").
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