NOTICIAS//EE.UU., invitado inevitable a la disputa entre China y Japón

B-52

En un gesto que para muchos recuerda los momentos turbulentos de la Guerra Fría, dos aviones bombarderos estadounidenses B-52 desafiaron este martes la "zona de identificación de defensa aérea" que estableció China el sábado sobre las islas que disputa con Japón en el mar de China Oriental.
Los gigantescos aviones, ellos mismos una reliquia de la Guerra Fría diseñados originalmente para atacar a la extinta Unión Soviética, ignoraron la exigencia china de identificarse al aproximarse al área, una imposición que ha sido calificada por la Casa Blanca como "innecesariamente inflamatoria".
Los aviones estaban en un ejercicio de rutina, señalaron los mandos estadounidenses, y después del incidente regresaron a sus bases en la isla de Guam.
Es el último capítulo en la larga disputa diplomática por el control de lo que se conoce como Senkaku en Japón y Diayou en China: ocho pequeñas islas, rocosas y deshabitadas en el mar de China Oriental.
Japón ha dicho que la disposición china en torno al espacio aéreo sobre las islas "no es válida en absoluto". En Washington, el Pentágono demuestra con sus B-52 que tampoco parece dispuesto a acatar la posición china.
Lo que tiene gran significancia, pues Estados Unidos es la potencia militar dominante de la región desde la Segunda Guerra Mundial. En Japón y Corea del Sur tiene más de 70.000 soldados y con la VII Flota domina los mares de la zona.
Es por esto que cabe preguntarse, hasta dónde están dispuestos a llevar el pulso estadounidenses y chinos.

Como si nada

Pese a la amenaza de "medidas defensivas de emergencia" por parte de las autoridades chinas, los B-52, que volaban desarmados, hicieron como si nada.

"Continuamos siguiendo nuestros procedimientos normales, lo que incluye no rellenar planes de vuelo, no avisar por radio y no registrar nuestras frecuencias", dijo el coronel Steve Warren en el Pentágono.
Para el corresponsal de la BBC en Washington Jonny Dymond, "a nadie debería resultar sorprendente la actitud de los aviones de Estados Unidos. Su primera respuesta a la decisión unilateral china de extender su espacio aéreo fue robusta".
"La idea de que Washington iba a empezar a entregar planes de vuelo a China antes de volar sobre las aguas de la zona era algo poco plausible", señala Dymond.
Durante las últimas siete décadas, EE.UU. ha sido la potencia hegemónica de la región y China está dando señas de querer que eso cambie. "La gestión pacífica de esa nueva fase es uno de los desafíos estratégicos del siglo XXI", opina Dymond.
Así pues, resulta obvio que el interés de EE.UU. está más allá de la disputa sobre unas nuevas reglas del vuelo. "Washington tiene en la mira el desarrollismo militar chino, sus problemas con sus vecinos y sus ambiciones marítimas", comenta Dymond.

Nueva potencia

En abril, el "libro blanco" del Ejército chino ya contenía algunas pistas de lo que iba a ser la política de Pekín al describir a Japón como "creador de problemas" en cuanto a la disputa por las islas mientras que a EE.UU., con su pivotar hacia Asia, lo acusa de haber generado tensión en la región, según el documento chino.

Para Alexander Neill, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, "a lo largo de la última década, el populismo nacionalista chino ha sido alimentado por una narrativa oficial de humillación a manos de Occidente".
Esos sentimientos se veían moderados por una cautela estratégica de parte de las autoridades.
Pero las recientes demostraciones militares chinas sugieren que el líder Xi Jinping está preparado a dejar de lado esa cautela.
"Su nueva condición de potencia económica con un creciente poderío militar ha hecho que la narrativa de la humillación pierda relevancia: un sentido de orgullo nacional predomina. El ruido de sables suele ser reflejo del sentimiento interno y una forma de apaciguamiento público", opina el experto.
Así es que Neill considera que el establecimiento de la zona de identificación aérea es la mejor alternativa de China para incrementar su dominio sobre el archipiélago, a falta de una presencia militar permanente.
Neill estima que si Japón decide enviar tropas a las islas, esto sería una provocación que llevaría a una rápida escalada de las hostilidades. De momento, ambos países han evitado llegar a ese extremo.

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