Los pulpos son auténtica caja de sorpresas del mundo animal y, de hecho, aún quedan muchos interrogantes que resolver sobre su anatomía. Uno de esos interrogantes podría haberse resuelto gracias al trabajo de un equipo de astrofísicos. La pregunta no podía ser más interesante: ¿Cómo es posible que los pulpos imiten los colores con tanta exactitud si sus ojos no son capaces de percibir el color?
En teoría, los pulpos ven el mundo en blanco y negro. Eso es al menos lo que se deduce del estudio de sus ojos. La retina en los ojos humanos cuenta con dos tipos diferentes de fotorreceptores: conos y bastones. Los primeros son los responsables de percibir los colores, y ello es posible gracias a que contamos con tres tipos de estas células, una para el rojo, otra para el verde y otra para el azul. Nuestro cerebro es el encargado de interpretar cada color concreto en función del estímulo que reciban los diferentes grupos de conos.
Los pulpos, sin embargo, solo tienen un tipo de receptores en la retina. En teoría, es imposible que distingan los colores, pero es necesario algún tipo de información cromática para que su piel sea capaz de imitar con tanta precisión las tonalidades de su entorno. Un grupo de investigadores de la Universidad de California Berkeley cree haber encontrado ese mecanismo.
El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences apunta a que la extraña pupila en forma de U de los pulpos es la clave que faltaba en el enigma de cómo ven estos animales el color. Esa pupila sirve para captar el color de forma indirecta, midiendo la aberración cromática de los objetos.
El mecanismo no es muy diferente del que se emplea a veces en algunos telescopios ópticos, y se aprovecha del mismo principio de refracción. Al enfocar un objeto con una cámara, la lente puede descomponer la luz en todas las frecuencias que la componen y desviar algunas de ellas en diferentes planos focales. Cuando esto ocurre, no todos los colores se enfocan en el mismo punto. Ello genera un efecto llamado aberración cromática por el que aparecen halos de diferentes colores alrededor del objeto.
Los fabricantes de cámaras han logrado corregir este efecto, pero los pulpos se han aprovechado de él. Si los investigadores están en lo cierto, el ojo de los cefalópodos ha evolucionado precisamente para maximizar el efecto de aberración cromática y usarlo para detectar los colores de los objetos de otra manera. En definitiva, los pulpos han aprendido a ver el color sin tener los fotorreceptores adecuados aunque a costa,probablemente, de una peor nitidez. La hipótesis aún no ha sido validada por biólogos, pero concuerda perfectamente con todo lo que sabemos hasta ahora de los ojos de estos animales.
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